Abril ha sido considerado por nuestra Comunidad en Colombia como el mes de nuestro Texto Básico. La recomendación de la Conferencia es que los grupos le dediquen un buen espacio para su estudio en sus reuniones. Debemos procurar por rescatar nuestro Libro Grande del olvido en que lo mantenemos y dedicarle más tiempo para su lectura y repaso.
Este texto es el que nos permite descubrir y conocer las verdaderas causas de nuestro comportamiento anormal con la bebida. Muchas personas en el mundo han dejado de beber con su mera lectura. Un caso en particular es el de Marty M., la primera mujer en recuperarse en AA.
La consagración en este mes, se debe a que él mismo apareció en abril de 1939 y sirvió, en gran manera
para llevar el mensaje por todo el mundo; sobre él ha crecido y fortalecido nuestra Comunidad en muchos países.
No le digamos “libro azul” que puede confundirse con otros libros con el mismo nombre: no le inventemos nuevos apelativos y llamémosle por su nombre: Alcohólicos Anónimos, Libro Grande, o Texto Básico.
Así puede leerse en la carátula del mismo. A propósito,
¿Sabe usted que ocurrió con el a.a. a quien su esposa con el ánimo de ayudarlo, lo reprendía y regañaba constantemente porque tomaba mucho café y fumaba demasiado? Bueno, si no lo sabe, lo invitamos a que lea el Capitulo Nueve, “La familia después.”
óskareme
viernes, 26 de marzo de 2010
viernes, 19 de marzo de 2010
Los últimos cinco minutos
Amigo alcohólico, si te levantas por la mañana tan agotado como cuando te acostaste la noche anterior, intenta ahora recordar en qué estabas pensando los últimos cinco minutos antes de irte a dormir.
Lo que pienses durante esos cinco minutos, va a influir considerablemente en tu mente durante tu sueño y esto determinará cómo será el próximo día.
Cuando duermes, tu percepción consciente descansa, pero tu mente inconsciente permanece activa. Los sicólogos se refieren al subconsciente como el “subdirector auxiliar de la vida.” Cuando la mente consciente está “fuera de acción”, el subconsciente asume el control. El subconsciente cumple con las órdenes que recibe, aún cuando no estés al tanto de ello.
Por ejemplo, si los últimos minutos antes de dormir los inviertes preocupándote, el subconsciente graba este sentir, lo cataloga como temor y entonces actúa como si fuera realidad. Como resultado, los músculos permanecen en tensión, los nervios están de punta y los órganos del cuerpo se alteran, lo que significa que el cuerpo no está descansando en realidad.
Sin embargo, si esos últimos minutos son invertidos en la lectura de textos o mensajes positivos (por ejemplo el Libro Grande de AA), un verso inspirador, contemplar una buena idea, o un pensamiento calmado y alentador, el sistema nervioso interpretará: “Todo anda bien”, y pondrá el cuerpo en un estado de relajamiento y paz. Esto te ayuda a despertar estimulado, fortalecido y confiado.
Muchos de los días que comienzan mal, se deben a la noche anterior, a esos últimos cinco minutos críticos de pensamiento consciente. De manera, entonces, que tú puedes afectar tu mente consciente con ideas saludables y positivas y preparar así el camino para una noche de verdadero descanso, si traes pensamientos positivos a tu mente, que te relajen, que te proporcionen descanso, como pueden ser un bello paisaje, una atardecer con arreboles, un lago sereno, el sonido de un riachuelo, una imagen que tengas de paz y tranquilidad, o un poco de lectura sobre el mismo programa de AA. Recomiendo el libro “La Manera de Vivir en AA, como la ve Bill”, el cual a mí me a resultado bastante útil.
Por eso resulta conveniente acostumbrarse a practicar el Paso Once —la oración y la meditación—, antes de acostarse, y dedicarle al mismo el tiempo que usted mismo considere conveniente y necesario, porque estos momentos previos al dormir, disponen la mente para un sueño más reparador y ayudan a fortalecer el espíritu, para mayor tranquilidad y serenidad nuestra. No se olvide que los Pasos de AA no son solo para dejar de beber.
óskareme
Lo que pienses durante esos cinco minutos, va a influir considerablemente en tu mente durante tu sueño y esto determinará cómo será el próximo día.
Cuando duermes, tu percepción consciente descansa, pero tu mente inconsciente permanece activa. Los sicólogos se refieren al subconsciente como el “subdirector auxiliar de la vida.” Cuando la mente consciente está “fuera de acción”, el subconsciente asume el control. El subconsciente cumple con las órdenes que recibe, aún cuando no estés al tanto de ello.
Por ejemplo, si los últimos minutos antes de dormir los inviertes preocupándote, el subconsciente graba este sentir, lo cataloga como temor y entonces actúa como si fuera realidad. Como resultado, los músculos permanecen en tensión, los nervios están de punta y los órganos del cuerpo se alteran, lo que significa que el cuerpo no está descansando en realidad.
Sin embargo, si esos últimos minutos son invertidos en la lectura de textos o mensajes positivos (por ejemplo el Libro Grande de AA), un verso inspirador, contemplar una buena idea, o un pensamiento calmado y alentador, el sistema nervioso interpretará: “Todo anda bien”, y pondrá el cuerpo en un estado de relajamiento y paz. Esto te ayuda a despertar estimulado, fortalecido y confiado.
Muchos de los días que comienzan mal, se deben a la noche anterior, a esos últimos cinco minutos críticos de pensamiento consciente. De manera, entonces, que tú puedes afectar tu mente consciente con ideas saludables y positivas y preparar así el camino para una noche de verdadero descanso, si traes pensamientos positivos a tu mente, que te relajen, que te proporcionen descanso, como pueden ser un bello paisaje, una atardecer con arreboles, un lago sereno, el sonido de un riachuelo, una imagen que tengas de paz y tranquilidad, o un poco de lectura sobre el mismo programa de AA. Recomiendo el libro “La Manera de Vivir en AA, como la ve Bill”, el cual a mí me a resultado bastante útil.
Por eso resulta conveniente acostumbrarse a practicar el Paso Once —la oración y la meditación—, antes de acostarse, y dedicarle al mismo el tiempo que usted mismo considere conveniente y necesario, porque estos momentos previos al dormir, disponen la mente para un sueño más reparador y ayudan a fortalecer el espíritu, para mayor tranquilidad y serenidad nuestra. No se olvide que los Pasos de AA no son solo para dejar de beber.
óskareme
lunes, 15 de marzo de 2010
Breve historia de AAGrapevine
En el año de 1944, en Nueva York, unos pocos miembros de AA., con inclinaciones literarias y periodísticas empezaron a publicar una revista mensual. Ellos eran Marty M., Priscilla, Luis K., Abbot, Mueve y Kay.
Denominaron su revista The Grapevine (La Viña o La Vid). De ninguna manera pretendían sacar un boletín de AA sino que querían publicar una revista tal vez parecida a Selecciones de Reader`s Digest, que por entonces se leía en casi todos los hogares de los Estados Unidos y el mundo.
El objetivo era poder compartir experiencias, fortalezas y esperanzas, mediante escritos de los mismos alcohólicos. Pero el Grapevine cogió una gran fuerza y adquirió enorme influencia nacional. Los alcohólicos que la comenzaron a editar no podían dedicarle tanto tiempo, así que le propusieron a la junta de custodios, que acogieran la revista como un medio de la Comunidad.
Luego de estudiar el ofrecimiento, AA asumió la publiación de la revista, como “el mayor espejo que tenemos para reflejar los pensamientos, los sentimientos y las actividades actuales de AA”, según escribió Bill en la misma revista.
Uno de los acontecimientos más importantes de esta publicación, en el proceso histórico de AA, fue que el propio cofundador de AA se valió de ella para llegar a las mayorías de los alcohólicos, con el fin de hacerles ver el significado y la importancia que tienen para la Comunidad las Doce Tradiciones.
En julio de 1949, cuando la revista celebró su primer año de circulación, Bill escribió lo siguiente: “Todos somos muy conscientes del hecho de que nunca debe dirigirse a un grupo particular de lectores y que nunca debe tomar partido con respecto a ninguna cuestión controversial. Aunque las noticias y las opiniones que aparecen en sus páginas siempre deben tener que ver con la gente, nunca debe glorificar ni menospreciar a nadie, ni prestar su apoyo a ninguna empresa comercial, ni convertirse en el portavoz de nadie, ni siquiera de la Oficina Central (OSG) o de la Fundación Alcohólica (Junta de Custodios).
Naturalmente, cualquier lector encontrará de vez en cuando artículos publicados en el Grapevine con los que él o ella no esté de acuerdo. Así que siempre será necesario tener en cuenta que los artículos que se publiquen reflejen las ideas y los sentimientos de sus autores, y no necesariamente los de Grapevine. A fin de poder cristalizar las tradiciones y los principios, solicitamos má colaboraciones de todas partes del país.”
La revista, desde entonces, no ha dejado de aparecer mes a mes, con algunas contadas excepciones, y ha sido considerada la revista internacional de AA, que ha servido de referente para las demas revistas que por el mismo estilo, publican muchos paises con estructura de servicios de AA.
óskareme
PD: Para conocer más sobre la historia de la revista Grapevine, léase el libro “AA Llega a su mayoría de edad”, págs. 203/204. También el Manual de Servicios, y el libro “El Lenguaje del Corazón”, páginas 383, en adelante.
Denominaron su revista The Grapevine (La Viña o La Vid). De ninguna manera pretendían sacar un boletín de AA sino que querían publicar una revista tal vez parecida a Selecciones de Reader`s Digest, que por entonces se leía en casi todos los hogares de los Estados Unidos y el mundo.
El objetivo era poder compartir experiencias, fortalezas y esperanzas, mediante escritos de los mismos alcohólicos. Pero el Grapevine cogió una gran fuerza y adquirió enorme influencia nacional. Los alcohólicos que la comenzaron a editar no podían dedicarle tanto tiempo, así que le propusieron a la junta de custodios, que acogieran la revista como un medio de la Comunidad.
Luego de estudiar el ofrecimiento, AA asumió la publiación de la revista, como “el mayor espejo que tenemos para reflejar los pensamientos, los sentimientos y las actividades actuales de AA”, según escribió Bill en la misma revista.
Uno de los acontecimientos más importantes de esta publicación, en el proceso histórico de AA, fue que el propio cofundador de AA se valió de ella para llegar a las mayorías de los alcohólicos, con el fin de hacerles ver el significado y la importancia que tienen para la Comunidad las Doce Tradiciones.
En julio de 1949, cuando la revista celebró su primer año de circulación, Bill escribió lo siguiente: “Todos somos muy conscientes del hecho de que nunca debe dirigirse a un grupo particular de lectores y que nunca debe tomar partido con respecto a ninguna cuestión controversial. Aunque las noticias y las opiniones que aparecen en sus páginas siempre deben tener que ver con la gente, nunca debe glorificar ni menospreciar a nadie, ni prestar su apoyo a ninguna empresa comercial, ni convertirse en el portavoz de nadie, ni siquiera de la Oficina Central (OSG) o de la Fundación Alcohólica (Junta de Custodios).
Naturalmente, cualquier lector encontrará de vez en cuando artículos publicados en el Grapevine con los que él o ella no esté de acuerdo. Así que siempre será necesario tener en cuenta que los artículos que se publiquen reflejen las ideas y los sentimientos de sus autores, y no necesariamente los de Grapevine. A fin de poder cristalizar las tradiciones y los principios, solicitamos má colaboraciones de todas partes del país.”
La revista, desde entonces, no ha dejado de aparecer mes a mes, con algunas contadas excepciones, y ha sido considerada la revista internacional de AA, que ha servido de referente para las demas revistas que por el mismo estilo, publican muchos paises con estructura de servicios de AA.
óskareme
PD: Para conocer más sobre la historia de la revista Grapevine, léase el libro “AA Llega a su mayoría de edad”, págs. 203/204. También el Manual de Servicios, y el libro “El Lenguaje del Corazón”, páginas 383, en adelante.
lunes, 8 de marzo de 2010
Nuevamente ciudadanos del mundo
(A propósito de elecciones)
Cuando llegué a AA. no tenía libreta militar; era “remiso”, como llaman aquí a los evasores en las fuerzas castrenses. No tenía cédula de ciudadanía; andaba con un recibo sucio y arrugado, pues la había botado en una de mis tantas borracheras. No había llegado a declarar renta y como tal no había pagado ningún tipo de impuestos. (La verdad es que tampoco tenía mucho para declarar).
No había llegado a participar ¡nunca! en unas elecciones para elegir a nuestros gobernantes; no le gastaba tiempo “a eso” y me dedicaba más a beber que era lo que más me agradaba, especialmente en los días de elecciones, cuando había Ley Seca. En fin, que antes de mi llegada a A.A. yo no cumplía con mis deberes de ciudadano, ni de vecino, ni de padre de familia, ni de nada. Sólo los correspondientes con el dios Baco.
Ahora, en mi nueva forma de vida que me depara el ejercicio diario de los Doce Pasos de AA., tengo nueva cédula de ciudadanía (con fotografía actualizada a color y mejor semblante, ¡vaya!), libreta militar, pase de conducción, carné de EPS, tarjetas de crédito —no solo bancarias sino también de varios supermercados—, la “Cívica”, para montar en el Metro. Tengo Runt y RUT, asisto a las asambleas de copropietarios en el edificio en donde poseo un apartamento, como también en la Unidad Residencial en donde residía hasta hace poco, y hasta llegué a prestar en varias oportunidades diversos servicios en sus Juntas Administradoras.
Pero para mí ahora, algo de lo más importante es que salgo a cumplir con mis deberes y con pleno derecho de “nuevo ciudadano,” como dijo Bill W., y cada vez que me corresponde acudo a las urnas a votar para alcaldes, gobernadores, concejos municipales, asambleas departamentales, Congreso, Senado y presidente de la República. No me da pereza, ni me escudo detrás de un falso y común decir, “¿para qué votar?, si casi siempre son los mismos con las mismas.”
Claro que tienen que ser siempre “los mismos”, si yo no salgo a cumplir con mis deberes de asistir a las urnas: a votar a conciencia, con responsabilidad, y por quién considere que puede gobernar lo mejor posible mi país, en donde ahora vivo, trabajo, y me recupero de una enfermedad que muchos en estos momentos se están muriendo sin saber lo que les pasa.
Considero que la recuperación del alcoholismo debe verse reflejada en todos los aspectos de nuestra vida y en ésta ocasión, sobretodo, de enorme trascendencia para con el futuro de nuestro patria, asistir al puesto de votación este 14 de marzo para elegir senadores y representantes a la Cámara, como también el 30 de mayo, próximo, para escoger al nuevo presidente de Colombia.
Un a.a. que se sienta recuperado debe ser muy sincero consigo mismo y tomar conciencia de lo que representa su voto, su participación honrada en los destinos democráticos del país, y con relación a esto quiero ahora refrescar lo que Bill W. escribió en una carta datada en 1959, y publicada en el libro “La manera de vivir en AA, como la Bill”:
“En su oportunidad, cada uno de nosotros, es decir, el miembro que más provecho le saque al programa, pasa una gran parte de su tiempo haciendo trabajos de Paso Doce en los primeros años de sobriedad. Ese fue mi caso, y tal vez no habría permanecido sobrio con menos cantidad de trabajo.”
“Sin embargo, tarde o temprano la mayoría de nosotros se ve confrontado con otras obligaciones, hacia la familia, los amigos y la patria.”
(…)
“Yo sólo sé que se espera, en algún momento, que hagas algo más que llevar el mensaje de A.A. a otros alcohólicos. En A.A. nuestro objetivo no es sólo la sobriedad, nuevamente tratamos de ser ciudadanos del mundo que rechazamos, y del mundo que antes nos rechazó. Esta es la demostración esencial de que el trabajo de Paso Doce es lo primero pero no la única finalidad.” (Nº 21, Subrayado mío)
Por eso yo, no solo asisto a las reuniones de elección o de trabajo de mi grupo base, sino que también contribuyo con mi voto y me ofrezco para algún servicio, y si me llegan a elegir, lo presto con gusto, con ganas y sobretodo con responsabilidad; con plena conciencia, consultó y me capacito para hacer mejor lo que me corresponde, aun así algunos a.a., en los servicios generales, me hayan endilgado el “honorable” título de que “yo no sé trabajar en equipo,”
para excluirme o no darme posibilidades de participación en los servicios generales.
Por eso ahora cuando yo con plena conciencia invito a mis amigos y compañeros de AA a salir a votar con responsabilidad en las próximas elecciones, tengo la seguridad de que no estoy haciendo campaña política por alguien o por ningún partido, sino que le estoy mostrando a muchos —y sin que me lo pidan—, la necesidad que tenemos todos de cumplir con el enorme deber que tenemos como nuevos ciudadanos de Colombia y del mundo.
óskareme
Cuando llegué a AA. no tenía libreta militar; era “remiso”, como llaman aquí a los evasores en las fuerzas castrenses. No tenía cédula de ciudadanía; andaba con un recibo sucio y arrugado, pues la había botado en una de mis tantas borracheras. No había llegado a declarar renta y como tal no había pagado ningún tipo de impuestos. (La verdad es que tampoco tenía mucho para declarar).
No había llegado a participar ¡nunca! en unas elecciones para elegir a nuestros gobernantes; no le gastaba tiempo “a eso” y me dedicaba más a beber que era lo que más me agradaba, especialmente en los días de elecciones, cuando había Ley Seca. En fin, que antes de mi llegada a A.A. yo no cumplía con mis deberes de ciudadano, ni de vecino, ni de padre de familia, ni de nada. Sólo los correspondientes con el dios Baco.
Ahora, en mi nueva forma de vida que me depara el ejercicio diario de los Doce Pasos de AA., tengo nueva cédula de ciudadanía (con fotografía actualizada a color y mejor semblante, ¡vaya!), libreta militar, pase de conducción, carné de EPS, tarjetas de crédito —no solo bancarias sino también de varios supermercados—, la “Cívica”, para montar en el Metro. Tengo Runt y RUT, asisto a las asambleas de copropietarios en el edificio en donde poseo un apartamento, como también en la Unidad Residencial en donde residía hasta hace poco, y hasta llegué a prestar en varias oportunidades diversos servicios en sus Juntas Administradoras.
Pero para mí ahora, algo de lo más importante es que salgo a cumplir con mis deberes y con pleno derecho de “nuevo ciudadano,” como dijo Bill W., y cada vez que me corresponde acudo a las urnas a votar para alcaldes, gobernadores, concejos municipales, asambleas departamentales, Congreso, Senado y presidente de la República. No me da pereza, ni me escudo detrás de un falso y común decir, “¿para qué votar?, si casi siempre son los mismos con las mismas.”
Claro que tienen que ser siempre “los mismos”, si yo no salgo a cumplir con mis deberes de asistir a las urnas: a votar a conciencia, con responsabilidad, y por quién considere que puede gobernar lo mejor posible mi país, en donde ahora vivo, trabajo, y me recupero de una enfermedad que muchos en estos momentos se están muriendo sin saber lo que les pasa.
Considero que la recuperación del alcoholismo debe verse reflejada en todos los aspectos de nuestra vida y en ésta ocasión, sobretodo, de enorme trascendencia para con el futuro de nuestro patria, asistir al puesto de votación este 14 de marzo para elegir senadores y representantes a la Cámara, como también el 30 de mayo, próximo, para escoger al nuevo presidente de Colombia.
Un a.a. que se sienta recuperado debe ser muy sincero consigo mismo y tomar conciencia de lo que representa su voto, su participación honrada en los destinos democráticos del país, y con relación a esto quiero ahora refrescar lo que Bill W. escribió en una carta datada en 1959, y publicada en el libro “La manera de vivir en AA, como la Bill”:
“En su oportunidad, cada uno de nosotros, es decir, el miembro que más provecho le saque al programa, pasa una gran parte de su tiempo haciendo trabajos de Paso Doce en los primeros años de sobriedad. Ese fue mi caso, y tal vez no habría permanecido sobrio con menos cantidad de trabajo.”
“Sin embargo, tarde o temprano la mayoría de nosotros se ve confrontado con otras obligaciones, hacia la familia, los amigos y la patria.”
(…)
“Yo sólo sé que se espera, en algún momento, que hagas algo más que llevar el mensaje de A.A. a otros alcohólicos. En A.A. nuestro objetivo no es sólo la sobriedad, nuevamente tratamos de ser ciudadanos del mundo que rechazamos, y del mundo que antes nos rechazó. Esta es la demostración esencial de que el trabajo de Paso Doce es lo primero pero no la única finalidad.” (Nº 21, Subrayado mío)
Por eso yo, no solo asisto a las reuniones de elección o de trabajo de mi grupo base, sino que también contribuyo con mi voto y me ofrezco para algún servicio, y si me llegan a elegir, lo presto con gusto, con ganas y sobretodo con responsabilidad; con plena conciencia, consultó y me capacito para hacer mejor lo que me corresponde, aun así algunos a.a., en los servicios generales, me hayan endilgado el “honorable” título de que “yo no sé trabajar en equipo,”
para excluirme o no darme posibilidades de participación en los servicios generales.
Por eso ahora cuando yo con plena conciencia invito a mis amigos y compañeros de AA a salir a votar con responsabilidad en las próximas elecciones, tengo la seguridad de que no estoy haciendo campaña política por alguien o por ningún partido, sino que le estoy mostrando a muchos —y sin que me lo pidan—, la necesidad que tenemos todos de cumplir con el enorme deber que tenemos como nuevos ciudadanos de Colombia y del mundo.
óskareme
sábado, 6 de marzo de 2010
¿Que fue primero: la bebida o los defectos de carácter?
Hace algunos años, apareció un artículo con este título publicado en la revista AA El Mensaje, que me llamó bastante la atención, y me puso a revisar más profundamente mi Paso Cuatro. ¿Qué había sido primero en mi vida? ¿Los defectos de carácter o la bebida? Buena pregunta —me dije—, y me puse a investigar…
La realidad era que en mi vida, desde que me conozco, nunca pude lograr obtener el control de mis actos, ni de mis emociones. Los defectos comenzaron, entonces, desde muy pequeño a hacer estragos en mi vida. Mis instintos primarios de sociabilidad, de seguridad afectiva y material, y mis deseos sexuales, se imponían por encima de todo y se recrudecían en la misma medida en que no se complacían como quería, y como tal me llevaban a beber. Entonces saqué la conclusión, de que la bebida fue después; no pudo haber sido antes.
Y creo que así fue desde siempre en el proceso de mi enfermedad alcohólica: como no podía controlar ni dominar mis pasiones, las mismas que me exigían y me tiranizaban, me llevaban a beber como vía de escape, como una solución — solución transitoria y perjudicial—, por lo que en su momento, el alcohol se convirtió en mi amigo y después en mi tirano.
Cuando entraba en cólera, que se prolongaba por horas y hasta días, solo me calmaba bebiendo; cuando me agarraban sensaciones de pánico, de miedo, estados de paranoia, me tranquilizaba un poco bebiendo; la tristeza, la soledad, la depresión, la calmaba bebiendo. El miedo, los sentimientos de culpa, los remordimientos, los apaciguaba con buenas dosis de alcohol. Entonces, en mi caso, primero fueron los defectos y después la bebida.
Pienso que por algo el Dr. Bernard Smith, en su intervención en la Convención de San Luís, en1955, manifestó que: “…el miembro nunca fue esclavo por el alcohol. El alcohol simplemente sirvió como un escape de la esclavitud personal a falsos ideales de una sociedad materialista.” (AA Llega su mayoría de edad, págs 272/273) Entiendo, entonces, que fuimos más esclavos de los defectos de carácter, que de la misma bebida, en donde encontramos refugio a nuestra incapacidad para controlarlos.
Para confirma lo anterior, encuentro lo siguiente en el Paso Siete: “Todavía espoleados por la pura necesidad, con desgana nos enfrentamos con aquellos graves defectos de carácter que originalmente nos convirtieron en bebedores problema, defectos que tenemos que intentar remediar para no volver a caer de nuevo en el alcoholismo.” (pág. 70)
Más importante que dejar de beber, es trabajar con aquellos defectos de carácter, con aquellos instintos descontrolados que nos llevaron al final a la bebida. No basta con dejar de beber, ya que con tapar la botella y manifestar que “llevo tanto tiempo sin tomarme un trago,” no logró recuperarme totalmente del alcoholismo.
óskareme
La realidad era que en mi vida, desde que me conozco, nunca pude lograr obtener el control de mis actos, ni de mis emociones. Los defectos comenzaron, entonces, desde muy pequeño a hacer estragos en mi vida. Mis instintos primarios de sociabilidad, de seguridad afectiva y material, y mis deseos sexuales, se imponían por encima de todo y se recrudecían en la misma medida en que no se complacían como quería, y como tal me llevaban a beber. Entonces saqué la conclusión, de que la bebida fue después; no pudo haber sido antes.
Y creo que así fue desde siempre en el proceso de mi enfermedad alcohólica: como no podía controlar ni dominar mis pasiones, las mismas que me exigían y me tiranizaban, me llevaban a beber como vía de escape, como una solución — solución transitoria y perjudicial—, por lo que en su momento, el alcohol se convirtió en mi amigo y después en mi tirano.
Cuando entraba en cólera, que se prolongaba por horas y hasta días, solo me calmaba bebiendo; cuando me agarraban sensaciones de pánico, de miedo, estados de paranoia, me tranquilizaba un poco bebiendo; la tristeza, la soledad, la depresión, la calmaba bebiendo. El miedo, los sentimientos de culpa, los remordimientos, los apaciguaba con buenas dosis de alcohol. Entonces, en mi caso, primero fueron los defectos y después la bebida.
Pienso que por algo el Dr. Bernard Smith, en su intervención en la Convención de San Luís, en1955, manifestó que: “…el miembro nunca fue esclavo por el alcohol. El alcohol simplemente sirvió como un escape de la esclavitud personal a falsos ideales de una sociedad materialista.” (AA Llega su mayoría de edad, págs 272/273) Entiendo, entonces, que fuimos más esclavos de los defectos de carácter, que de la misma bebida, en donde encontramos refugio a nuestra incapacidad para controlarlos.
Para confirma lo anterior, encuentro lo siguiente en el Paso Siete: “Todavía espoleados por la pura necesidad, con desgana nos enfrentamos con aquellos graves defectos de carácter que originalmente nos convirtieron en bebedores problema, defectos que tenemos que intentar remediar para no volver a caer de nuevo en el alcoholismo.” (pág. 70)
Más importante que dejar de beber, es trabajar con aquellos defectos de carácter, con aquellos instintos descontrolados que nos llevaron al final a la bebida. No basta con dejar de beber, ya que con tapar la botella y manifestar que “llevo tanto tiempo sin tomarme un trago,” no logró recuperarme totalmente del alcoholismo.
óskareme
jueves, 4 de marzo de 2010
Experiencia
Decía alguien, que creía tener mucha experiencia, que apenas sí le quedaban dos dedos en la mano derecha para saber sí el ventilador (o abanico) estaba encendido.
Y es que no son pocos en A.A. los que creen que experiencia es lo que se hace, a veces repetitivamente y hasta con los mismos errores, sin corregirse, y no lo que se aprende de lo que se hace.
Es común en los grupos escuchar historias trágicas, dolorosas, de mucho sufrimiento, en donde se extienden narrando con “pelos y señales” , y a veces con morbo y hasta llevándolas al extremo de la exageración —tal vez para impresionar, para llamar la atención o competir en sufrimiento con otros historiales—, considerándose esto como personas de mucha “experiencia”.
Pero pocas veces los mismos nos cuentan cómo pararon de sufrir, cómo resolvieron sus problemas, cuál es definitiva la solución? En palabras de Bill, “¿Cuál es la formulita?”, como le preguntó cierta vez a Ebby, su padrino… Ellos, si acaso, y después de haberse extendido en describir su pasado, paran intempestivamente, y algunos terminan diciendo “hasta que llegué a AA”, y van, y se sientan. Se queda uno sin saber cómo terminó la película, sin poder conocer el final de la historia…
Se extienden demasiado en la narración de los síntomas de la enfermedad, pero muy poco o casi nada se refieren al remedio para la recuperación, y sobretodo, cómo se los están tomando y qué efectos están obteniendo.
Es como manifestar pública o privadamente que teníamos una enfermedad muy grave, muy seria y espantosa, y que fuimos donde el médico, pero nada más… No se cuenta en realidad en qué consistía la misma, qué remedio nos mandó el doctor para la misma, y como nos estamos sintiendo ahora. Aunque esas cosas suceden: hay personas que van donde el médico porque se sienten muy mal y después de que uno les pregunta "qui`hubo, ¿cómo te fue? ¿qué enfermedad tenías?" Responden, “No, no sé: el doctor no me dijo nada.”
Y tampoco se le ocurrió, al hombrecito, o enfermito éste (pobrecito) preguntarle qué tenía o para que servían los remedios que le recetó, los cuales muchas veces ni se los toman como debe ser, pues a los pocos días los abandonan porque ya se sienten mucho mejor. Mírese si no en los botiquines de nuestras casas. En todo encontramos un sinfín de remedios sin utilizar, porque casi nadie cumple debidamente con los tratamientos.
Igual ocurre con muchos alcohólicos que apenas si llegan a enterarse de que no pueden volver a beber, que tienen que evitar la primera copa, y entonces se dedican a tratar los síntomas
—porque ese es el síntoma del alcoholismo: el beber sin control, y no la enfermedad real, que “es astuta, desconcertante y poderosa”.
Dice el refrán que “Cuando uno cae a un pozo, no se queda dentro de él tratando de resolver cómo se cayó, sino como salir de él.” Pero no falta quién se quede hablando más de porqué y cómo se cayó, que de lo más importante que representa para los que también han caído en él, como pudo salir de allí. Y lo curioso, es que viven contando por años y años la misma historia de lo mal que se sentían dentro del pozo, considerándose por parte de los demás —y por el mismo afectado— que por eso tienen mucha experiencia. ¡Vaya experiencia!
Aquella jóvenes a punto de parir le pedían a la más veteranas que no les hablarán más de los dolores del parto, sino de las alegrías que representaba tener un bebé y sentirse como madres.
óskareme
Y es que no son pocos en A.A. los que creen que experiencia es lo que se hace, a veces repetitivamente y hasta con los mismos errores, sin corregirse, y no lo que se aprende de lo que se hace.
Es común en los grupos escuchar historias trágicas, dolorosas, de mucho sufrimiento, en donde se extienden narrando con “pelos y señales” , y a veces con morbo y hasta llevándolas al extremo de la exageración —tal vez para impresionar, para llamar la atención o competir en sufrimiento con otros historiales—, considerándose esto como personas de mucha “experiencia”.
Pero pocas veces los mismos nos cuentan cómo pararon de sufrir, cómo resolvieron sus problemas, cuál es definitiva la solución? En palabras de Bill, “¿Cuál es la formulita?”, como le preguntó cierta vez a Ebby, su padrino… Ellos, si acaso, y después de haberse extendido en describir su pasado, paran intempestivamente, y algunos terminan diciendo “hasta que llegué a AA”, y van, y se sientan. Se queda uno sin saber cómo terminó la película, sin poder conocer el final de la historia…
Se extienden demasiado en la narración de los síntomas de la enfermedad, pero muy poco o casi nada se refieren al remedio para la recuperación, y sobretodo, cómo se los están tomando y qué efectos están obteniendo.
Es como manifestar pública o privadamente que teníamos una enfermedad muy grave, muy seria y espantosa, y que fuimos donde el médico, pero nada más… No se cuenta en realidad en qué consistía la misma, qué remedio nos mandó el doctor para la misma, y como nos estamos sintiendo ahora. Aunque esas cosas suceden: hay personas que van donde el médico porque se sienten muy mal y después de que uno les pregunta "qui`hubo, ¿cómo te fue? ¿qué enfermedad tenías?" Responden, “No, no sé: el doctor no me dijo nada.”
Y tampoco se le ocurrió, al hombrecito, o enfermito éste (pobrecito) preguntarle qué tenía o para que servían los remedios que le recetó, los cuales muchas veces ni se los toman como debe ser, pues a los pocos días los abandonan porque ya se sienten mucho mejor. Mírese si no en los botiquines de nuestras casas. En todo encontramos un sinfín de remedios sin utilizar, porque casi nadie cumple debidamente con los tratamientos.
Igual ocurre con muchos alcohólicos que apenas si llegan a enterarse de que no pueden volver a beber, que tienen que evitar la primera copa, y entonces se dedican a tratar los síntomas
—porque ese es el síntoma del alcoholismo: el beber sin control, y no la enfermedad real, que “es astuta, desconcertante y poderosa”.
Dice el refrán que “Cuando uno cae a un pozo, no se queda dentro de él tratando de resolver cómo se cayó, sino como salir de él.” Pero no falta quién se quede hablando más de porqué y cómo se cayó, que de lo más importante que representa para los que también han caído en él, como pudo salir de allí. Y lo curioso, es que viven contando por años y años la misma historia de lo mal que se sentían dentro del pozo, considerándose por parte de los demás —y por el mismo afectado— que por eso tienen mucha experiencia. ¡Vaya experiencia!
Aquella jóvenes a punto de parir le pedían a la más veteranas que no les hablarán más de los dolores del parto, sino de las alegrías que representaba tener un bebé y sentirse como madres.
óskareme
martes, 2 de marzo de 2010
Amor "duro"
Me cuesta trabajo creer y aceptar que existan en AA grupos denominados «duros», pero duros en el sentido del vocabulario soez, la agresión verbal y el maltrato psicológico que se registra entre sus miembros, incluso con los nuevos.
Grupos en donde los miembros se comportan con enorme prevenciones, con recelos, con insultos, con un vocabulario soez, confrontándose constantemente, sin el más mínimo respeto del uno por el otro, por el hermano alcohólico, incluso por la persona no alcohólica que nos puede estar visitando. ¡Que horror! Esto suena más a cafetín de mala muerte, a bajos fondos, a comportamientos de grupos pandilleros, que a un lugar de cortesía, de respeto, y de amor, como debe ser un salón de reuniones de Alcohólicos Anónimos.
¿No se darán cuenta —quienes así obran—, que los grupos y las reuniones de AA son para salvar vidas humanas? Los salones de nuestras reuniones yo los considero lugares “sagrados”; sagrados en la acepción que hace el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, como “cualquier recurso o sitio que asegura de un peligro”.
No creo que ambiente así sean propicios para que algunos alcohólicos se queden en el programa bajo una atmósfera de conflicto, de enojo, y de confrontación, como la que se ven en algunos lugares. ¡Que susto y que miedo ocasiona el llegar hasta un sitio con estos ambientes! No creo que sean muchas las damas y los jóvenes que logren encajar en el programa bajo estas condiciones. Por supuesto que hay gente tan necesitada que se queda esperando a ver en qué momento les ayudan y dan con la clave que les permita abrir las verdaderas puertas del programa de AA, aunque no permanecen muy contentos… cuando no es que se aburren, se cansan, y se van.
Pero lamentablemente este tipo de grupos existen, los tenemos en casi todas partes, y ante esto lamentablemente nada o muy poco se puede hacer, excepto que los alcohólicos tomen conciencia de lo que representan los Doce Pasos para su recuperación, para su cambio de vida, y las Doce Tradiciones para la unidad y vida de sus grupos. El cofundador de Bill W. fue muy claro al manifestar que "Nuestras Tradiciones son una guía para mejores formas de trabajo y de vida. Y son para la supervivencia de los grupos lo que los Doce Pasos para la sobriedad y la paz mental de cada uno de sus miembros."
El Paso Cuatro hace notar que “el mayor sufrimiento que hemos padecido se ha originado en la deformada relación que hemos tenido con la familia, con los amigos y la sociedad en general.” (pág. 50). Y esas malas relaciones no pueden continuar ahora, cuando estamos sin beber y en un programa de recuperación, maltratando, ofendiendo y faltándole el respeto a los demás, especialmente a nuestros compañeros y amigos en AA., porque como agrega el Paso Ocho, “Ya que las relaciones defectuosas con otros seres humanos casi siempre han sido la causa inmediata de nuestro sufrimientos, incluyendo nuestro alcoholismo.” (pág. 78)
El Paso Nueve es de reparación y de mejoramiento en nuestras relaciones personales. En general todas nuestras Tradiciones nos enseñan a ser respetuosos, corteses, amables, y generosos; nos llevan a aprender las palabras “mágicas” en las relaciones humanas, como son “por favor”, “disculpe”, “gracias” y “a la orden”, y sobre todo a aprender a saludar, en todo sitio y a sonreír, porque la alegría de vivir es el tema del Paso Doce, y no la amargura de no beber y de seguir fastidiando e incomodando a los demás.
“Aprender a vivir con un máximo de paz, cooperación y compañerismo con todo hombre y mujer, sean quienes sean, es una aventura conmovedora y fascinante,” dice el Paso Ocho. (pág. 75). El instinto social, de comportamiento, de relaciones o convivencia con los demás, tan afectado por nuestro alcoholismo, requiere ser revisado y mejorado casi en su totalidad. “Porque el verdadero espíritu del Noveno paso es la disposición a aceptar todas las consecuencias de nuestras acciones pasadas, y al mismo tiempo, asumir responsabilidad por el bienestar de los demás.” (pág. 85)
Por todo lo anterior, se deduce que los alcohólicos no sabíamos ni podíamos relacionarnos adecuadamente con las demás personas: ni en el hogar, ni en el trabajo, ni en la calle, ni en ningún grupo social. Ahora que hemos dejado de beber no podemos continuar con ese mal comportamiento ni extender esas pésimas relaciones hacia el área de los grupos, con nuestros compañeros de sufrimiento. Si queremos recuperarnos y dimensionar una nueva forma de vida debemos conocer y respetar las Doce Tradiciones, que velan siempre por la Unidad, y que nos despejan el camino para aprender a vivir mejor en comunidad. Pero aprender a convivir con otros y respetar el espíritu de las Tradiciones, conlleva practicar primero los Doce Pasos.
Las Doce Tradiciones, como bien lo señaló un excustodio no alcohólico de los EE.UU., son el más breve y hermoso tratado de relaciones humanas.
Así pues que lo único «duro» que yo he podido encontrar en nuestra Comunidad y en nuestro programa, además del trabajo y de la disciplina de los Doce y Doce, son algunos padrinos que buscan "choques emocionales" como mecanismo para lograr mayor efectividad y respuesta de los recién iniciados, y a los cuales se hace referencia en el folleto "Preguntas y Respuestas sobre Patrocinio." (Questions and answers on sporsorship)
Me parece oportuno compartir aquí el siguiente texto, que encontré en un plegable del programa de recuperación de OA —Overeaters Anonymous— (Obesos Anónimos) y que si de algo puede servir pongo a consideración de los generosos lectores de este Blog. Leámoslo detenidamente.
EL AMOR DURO
Cuando afirmamos que nos amamos los unos a los otros, ¿somos sinceros? ¿Me quieres lo suficiente como para darme una empujoncito y espabilarme? ¿Me amas lo suficiente como para decirme que vivo bajo el poder del miedo y no de la fe? ¿Me amas lo suficiente como para preguntarme si estoy trabajando debidamente los Pasos? ¿Me quieres lo suficiente como para dejarme tirado en el fondo? ¿O, prefieres desatarte de mi mano y convertirte en cómplice de mi suicidio?
Estoy convencido de que nos da tanto miedo el dar amor «duro» a los demás, no por consideración hacia la persona en cuestión, sino más bien por nosotros mismos. Si le digo a alguien lo que en verdad necesita oír, puede enfadarse conmigo. Si te digo que te veo mal, solamente seco, abstemio, trabajando muy poco el programa, puede que decidas evitarme en el grupo, o puede que incluso decidas no incluirme cuando vayas a tomar café después de las reuniones.
Ten en cuenta que yo también soy una persona enferma, emocionalmente inmadura, compulsiva, perezosa... Sin estas raciones de amor «duro» que he recibido, habría terminado en la tumba. Solo vosotros me podéis dar el amor «duro» que necesito..."
(Lifeline, agosto de 1996)
Desistamos, entonces, de la “dureza” o grosería en nuestras relaciones interpersonales, en nuestra comunicación con los demás. Dejemos la altanería, la ofensa y la agresividad en el trato con nuestros semejantes, especialmente con nuestros compañeros alcohólicos. Irrecuperémonos, que para eso estamos aquí, en AA. La cortesía, la amabilidad y los buenos modales hacen que esa unidad, por la cual propende AA, sea siempre más sólida y duradera, cuando está reconocida y admitida bajo la gracia de Dios.
óskareme
Grupos en donde los miembros se comportan con enorme prevenciones, con recelos, con insultos, con un vocabulario soez, confrontándose constantemente, sin el más mínimo respeto del uno por el otro, por el hermano alcohólico, incluso por la persona no alcohólica que nos puede estar visitando. ¡Que horror! Esto suena más a cafetín de mala muerte, a bajos fondos, a comportamientos de grupos pandilleros, que a un lugar de cortesía, de respeto, y de amor, como debe ser un salón de reuniones de Alcohólicos Anónimos.
¿No se darán cuenta —quienes así obran—, que los grupos y las reuniones de AA son para salvar vidas humanas? Los salones de nuestras reuniones yo los considero lugares “sagrados”; sagrados en la acepción que hace el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, como “cualquier recurso o sitio que asegura de un peligro”.
No creo que ambiente así sean propicios para que algunos alcohólicos se queden en el programa bajo una atmósfera de conflicto, de enojo, y de confrontación, como la que se ven en algunos lugares. ¡Que susto y que miedo ocasiona el llegar hasta un sitio con estos ambientes! No creo que sean muchas las damas y los jóvenes que logren encajar en el programa bajo estas condiciones. Por supuesto que hay gente tan necesitada que se queda esperando a ver en qué momento les ayudan y dan con la clave que les permita abrir las verdaderas puertas del programa de AA, aunque no permanecen muy contentos… cuando no es que se aburren, se cansan, y se van.
Pero lamentablemente este tipo de grupos existen, los tenemos en casi todas partes, y ante esto lamentablemente nada o muy poco se puede hacer, excepto que los alcohólicos tomen conciencia de lo que representan los Doce Pasos para su recuperación, para su cambio de vida, y las Doce Tradiciones para la unidad y vida de sus grupos. El cofundador de Bill W. fue muy claro al manifestar que "Nuestras Tradiciones son una guía para mejores formas de trabajo y de vida. Y son para la supervivencia de los grupos lo que los Doce Pasos para la sobriedad y la paz mental de cada uno de sus miembros."
El Paso Cuatro hace notar que “el mayor sufrimiento que hemos padecido se ha originado en la deformada relación que hemos tenido con la familia, con los amigos y la sociedad en general.” (pág. 50). Y esas malas relaciones no pueden continuar ahora, cuando estamos sin beber y en un programa de recuperación, maltratando, ofendiendo y faltándole el respeto a los demás, especialmente a nuestros compañeros y amigos en AA., porque como agrega el Paso Ocho, “Ya que las relaciones defectuosas con otros seres humanos casi siempre han sido la causa inmediata de nuestro sufrimientos, incluyendo nuestro alcoholismo.” (pág. 78)
El Paso Nueve es de reparación y de mejoramiento en nuestras relaciones personales. En general todas nuestras Tradiciones nos enseñan a ser respetuosos, corteses, amables, y generosos; nos llevan a aprender las palabras “mágicas” en las relaciones humanas, como son “por favor”, “disculpe”, “gracias” y “a la orden”, y sobre todo a aprender a saludar, en todo sitio y a sonreír, porque la alegría de vivir es el tema del Paso Doce, y no la amargura de no beber y de seguir fastidiando e incomodando a los demás.
“Aprender a vivir con un máximo de paz, cooperación y compañerismo con todo hombre y mujer, sean quienes sean, es una aventura conmovedora y fascinante,” dice el Paso Ocho. (pág. 75). El instinto social, de comportamiento, de relaciones o convivencia con los demás, tan afectado por nuestro alcoholismo, requiere ser revisado y mejorado casi en su totalidad. “Porque el verdadero espíritu del Noveno paso es la disposición a aceptar todas las consecuencias de nuestras acciones pasadas, y al mismo tiempo, asumir responsabilidad por el bienestar de los demás.” (pág. 85)
Por todo lo anterior, se deduce que los alcohólicos no sabíamos ni podíamos relacionarnos adecuadamente con las demás personas: ni en el hogar, ni en el trabajo, ni en la calle, ni en ningún grupo social. Ahora que hemos dejado de beber no podemos continuar con ese mal comportamiento ni extender esas pésimas relaciones hacia el área de los grupos, con nuestros compañeros de sufrimiento. Si queremos recuperarnos y dimensionar una nueva forma de vida debemos conocer y respetar las Doce Tradiciones, que velan siempre por la Unidad, y que nos despejan el camino para aprender a vivir mejor en comunidad. Pero aprender a convivir con otros y respetar el espíritu de las Tradiciones, conlleva practicar primero los Doce Pasos.
Las Doce Tradiciones, como bien lo señaló un excustodio no alcohólico de los EE.UU., son el más breve y hermoso tratado de relaciones humanas.
Así pues que lo único «duro» que yo he podido encontrar en nuestra Comunidad y en nuestro programa, además del trabajo y de la disciplina de los Doce y Doce, son algunos padrinos que buscan "choques emocionales" como mecanismo para lograr mayor efectividad y respuesta de los recién iniciados, y a los cuales se hace referencia en el folleto "Preguntas y Respuestas sobre Patrocinio." (Questions and answers on sporsorship)
Me parece oportuno compartir aquí el siguiente texto, que encontré en un plegable del programa de recuperación de OA —Overeaters Anonymous— (Obesos Anónimos) y que si de algo puede servir pongo a consideración de los generosos lectores de este Blog. Leámoslo detenidamente.
EL AMOR DURO
Cuando afirmamos que nos amamos los unos a los otros, ¿somos sinceros? ¿Me quieres lo suficiente como para darme una empujoncito y espabilarme? ¿Me amas lo suficiente como para decirme que vivo bajo el poder del miedo y no de la fe? ¿Me amas lo suficiente como para preguntarme si estoy trabajando debidamente los Pasos? ¿Me quieres lo suficiente como para dejarme tirado en el fondo? ¿O, prefieres desatarte de mi mano y convertirte en cómplice de mi suicidio?
Estoy convencido de que nos da tanto miedo el dar amor «duro» a los demás, no por consideración hacia la persona en cuestión, sino más bien por nosotros mismos. Si le digo a alguien lo que en verdad necesita oír, puede enfadarse conmigo. Si te digo que te veo mal, solamente seco, abstemio, trabajando muy poco el programa, puede que decidas evitarme en el grupo, o puede que incluso decidas no incluirme cuando vayas a tomar café después de las reuniones.
Ten en cuenta que yo también soy una persona enferma, emocionalmente inmadura, compulsiva, perezosa... Sin estas raciones de amor «duro» que he recibido, habría terminado en la tumba. Solo vosotros me podéis dar el amor «duro» que necesito..."
(Lifeline, agosto de 1996)
Desistamos, entonces, de la “dureza” o grosería en nuestras relaciones interpersonales, en nuestra comunicación con los demás. Dejemos la altanería, la ofensa y la agresividad en el trato con nuestros semejantes, especialmente con nuestros compañeros alcohólicos. Irrecuperémonos, que para eso estamos aquí, en AA. La cortesía, la amabilidad y los buenos modales hacen que esa unidad, por la cual propende AA, sea siempre más sólida y duradera, cuando está reconocida y admitida bajo la gracia de Dios.
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