Hace algunos años, apareció un artículo con este título publicado en la revista AA El Mensaje, que me llamó bastante la atención, y me puso a revisar más profundamente mi Paso Cuatro. ¿Qué había sido primero en mi vida? ¿Los defectos de carácter o la bebida? Buena pregunta —me dije—, y me puse a investigar…
La realidad era que en mi vida, desde que me conozco, nunca pude lograr obtener el control de mis actos, ni de mis emociones. Los defectos comenzaron, entonces, desde muy pequeño a hacer estragos en mi vida. Mis instintos primarios de sociabilidad, de seguridad afectiva y material, y mis deseos sexuales, se imponían por encima de todo y se recrudecían en la misma medida en que no se complacían como quería, y como tal me llevaban a beber. Entonces saqué la conclusión, de que la bebida fue después; no pudo haber sido antes.
Y creo que así fue desde siempre en el proceso de mi enfermedad alcohólica: como no podía controlar ni dominar mis pasiones, las mismas que me exigían y me tiranizaban, me llevaban a beber como vía de escape, como una solución — solución transitoria y perjudicial—, por lo que en su momento, el alcohol se convirtió en mi amigo y después en mi tirano.
Cuando entraba en cólera, que se prolongaba por horas y hasta días, solo me calmaba bebiendo; cuando me agarraban sensaciones de pánico, de miedo, estados de paranoia, me tranquilizaba un poco bebiendo; la tristeza, la soledad, la depresión, la calmaba bebiendo. El miedo, los sentimientos de culpa, los remordimientos, los apaciguaba con buenas dosis de alcohol. Entonces, en mi caso, primero fueron los defectos y después la bebida.
Pienso que por algo el Dr. Bernard Smith, en su intervención en la Convención de San Luís, en1955, manifestó que: “…el miembro nunca fue esclavo por el alcohol. El alcohol simplemente sirvió como un escape de la esclavitud personal a falsos ideales de una sociedad materialista.” (AA Llega su mayoría de edad, págs 272/273) Entiendo, entonces, que fuimos más esclavos de los defectos de carácter, que de la misma bebida, en donde encontramos refugio a nuestra incapacidad para controlarlos.
Para confirma lo anterior, encuentro lo siguiente en el Paso Siete: “Todavía espoleados por la pura necesidad, con desgana nos enfrentamos con aquellos graves defectos de carácter que originalmente nos convirtieron en bebedores problema, defectos que tenemos que intentar remediar para no volver a caer de nuevo en el alcoholismo.” (pág. 70)
Más importante que dejar de beber, es trabajar con aquellos defectos de carácter, con aquellos instintos descontrolados que nos llevaron al final a la bebida. No basta con dejar de beber, ya que con tapar la botella y manifestar que “llevo tanto tiempo sin tomarme un trago,” no logró recuperarme totalmente del alcoholismo.
óskareme
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estamos de acuerdo en mi caso tambien fue primero mis defectos de caracter,bastantes desbordados desde niña,mis miedos.mis ansiedadaes,y lo peor de todo el desconocimiento de toda la familia,era normal que yo sintiera miedos tan exagerados,y tambien rabias,y un ego bien pero bien grande para tapar mis miedos,eso fue terrible,porque hoy en dia sigo limando,muchos defectos de caracter y entre ellos el miedo,ahi por la gracia de dios y su misericordia,he podido limarlo,porque aun no desaparece de el todo.asi que mi arma es el programa,y solo por la gracia de dios.asi que fue primero los defectos de caracter.en mi caso
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