Un merecido reconocimiento.
El café, o tinto,
como se le conoce en nuestro medio, es la bebida nacional e internacional por
excelencia de nosotros los alcohólicos anónimos.
Nadie lo decidió así,
ni los pioneros, ni la Conferencia de Servicios Generales, ni la Reunión
Mundial de Servicios, pero así lo impuso la costumbre y casi siempre un grupo
de AA, surge y se desarrolla alrededor de una cafetera… Dicen algunos —aunque no es
totalmente cierto—, que para comenzar un grupo todo lo que se requiere es un
resentimiento y una cafetera.
Más abiertamente, en todas las épocas y
en todo lugar, aunque con distintas costumbres, las personas se han sentado
alrededor de una mesa a conversar y pasar un momento grato, mientras se toman
una taza de café. Este acto, considerado tan mundano, en realidad puede ser
trascendental...
Los salones de café
han estado siempre presentes en gran parte de la historia y la cultura de los
últimos siglos. Siendo lugar de encuentro de políticos, artistas y
emprendedores, en este ámbito informal se gestan muchas de las grandes utopías
artísticas, filosóficas y políticas de la modernidad; se conciben ideas
innovadoras, se difunden las filosofías nacientes y se generan entrañables amistades
basadas en el intercambio de ideas y la sana discusión.
La tertulia de café
ha inspirado revoluciones, polémicas, amistades, encuentros y separaciones. En
una mesa de café muchas veces se cierran millonarios contratos comerciales,
nacen profundos romances, y se empiezan a recuperar vidas humanas. Alrededor de
una taza de café, compartiendo con otros, especialmente con nuestros padrinos,
consejeros o amigos, muchos de nosotros nos hemos iniciado o crecido en el
programa de AA.
Una buena tinto servido
después de la reunión, es un puente agradable para compartir, para conocernos
más, para ayudarnos recíprocamente y disfrutar la alegría de sentir que se
pertenece a algo; que formamos parte de una gran hermandad; que somos miembros de
una Comunidad. Por eso a veces me duele al ver cómo muchos grupos, en nuestro
medio, han acabado con la pos- reunión, sin dedicarle un buen rato a ese extraordinario
compartir informal alrededor de una taza de café.
De allí que preparar
el café y servirlo en las reuniones de AA, es para mí una de las actividades de
enorme “importancia”, y se puede poner a la altura de muchos otros servicios,
porque nada mejor que un buen tinto, bien servido, a la hora de compartir con
otro.
En la Introducción al
Manual de Servicios, Bill W., señaló en un artículo titulado “El Legado de
Servicio de AA”: “…un servicio de AA es todo
aquello que nos ayuda a llevar a alcanzar al alcohólico que todavía sufre,
abarcando desde el Paso Doce en sí, una llamada telefónica y una taza de café,
hasta la oficina de Servicios Generales de AA.”
(Subrayado mío)
Reconocimientos
especiales de mi parte para aquel servidor que con tanto cariño, buen gusto y esmero, prepara el café, cuando nos reunimos para compartir experiencias, fortalezas y
esperanzas.
óskareme
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