lunes, 6 de septiembre de 2021

 


¡Ya no estamos solos!

 

El alcoholismo ha sido considerado por algunos especialistas como “la enfermedad solitaria”. El alcohólico por muy bien acompañado que se encuentre, rodeado de amigos, familiares y gente que lo quiere y aprecia, él, en fondo, se siente infinitamente solo, incomprendido y hasta rechazado.

 

Es así como muchos de nosotros, cuando llegamos a AA., nos hicimos la pregunta que recoge el Texto Básico, en su capitulo “Una visión para ti”: “¿Pero, se nos va a condenar a un vida en la que seré un estúpido, aburrido y mahumorado como algunas personas ´virtuosas´ que conozco? Sé que tengo que pasar sin alcohol, pero ¿cómo voy a hacerlo? ¿Tienen ustedes algún sustituto?”  Y nos responde el mismo Libro: “Si, hay un sustituto y es mucho más que eso. Es la Comunidad de Alcohólicos Anónimos. Allí encontrarás la liberación de las inquietudes, del aburrimiento y de la preocupación. Tu imaginación encontrará estímulos. La vida tendrá al fin un significado. Los años más satisfactorios de tu existencia están por delante. Eso encontramos nosotros en la Comunidad y tú también lo encontrás”. ((p. 140. Las negrillas son mías.)

 

La palabra Comunidad se deriva de dos raíces; mei, que significa cambio o intercambio, unida a kom, que significa con, y juntas, producen la palabra kommein, que signfica “compartido por todos”.  Además del anterior significado, la palabra Comunidad, produce una agradable sensación que nos permite abandonar el sentimiento de soledad, de aislamiento, de inútilidad. Uno se siente bien cuando alcanza a pertenecer a “algo”. De allí la importancia de asistir, participar, involucrarse en las actividades del grupo, de acuerdo con el desarrollo personal en el programa. El Grupo de A.A. tiene la enorme importancia de que nos ayuda resocializarnos; a integrarnos al rebaño humano. A sentir que pertenecemos.

 

“Por nuestras retorcidas relaciones con la familia, los amigos y los demás, fue por lo que más sufrimos nosotros los alcohólicos”, indica el Paso Cuatro (p. 50); y el Paso Ocho lo confirma, agregando, “y por lo que más bebíamos”. (p.78)

 

Observemos que el alcohólico en encajar más rápidamente en el programa es aquel que pregunta, comparte y participa; que ingresa a formar parte del grupo, que no se limita a ser un simple asistente a las reuniones, sino que se preocupa y se interesa por las diversas actividades que se adelantan en  el grupo,  por todo aquello de lo que puede ocurrir al interior de la Comunidad, actividades en las cuales A.A. le otorga el derecho y las facilidades de participar. (Conceptos 3 y 4).


Es tan importante el concepto de Comunidad y el lograr que los alcohólicos formen parte de ella, que durante la Convención de San Luis, en 1955, tres amigos nuestros no alcohólicos que intervinieron en ella, se refirieron en los siguientes términos, según apartes tomados del libro “AA Llega a su mayoría de edad”.

 

El Rvdo. Sam Shoemaker, manifestó: “Yo creo que hay cuatro factores universales en todos los despertares genuinamente  espirituales: la conversión, la oración, la comunidad y el testimonio”. Y refiriéndose, concretamente, a su interpretación de lo que es Comunidad señaló, figurativamente: “Es como una cantidad de gente que se sienta en la estación del ferrocarril a pensar que ya están en el tren. Todos hablan acerca del viaje, se oyen los nombres de las estaciones y se compran los tiquetes, se siente el olor del equipaje a nuestro alrededor y hay una gran inquietud, y si uno se sienta durante un tiempo suficiente llega casi a convecerse que está en el tren. Pero no, no lo está, únicamente empieza a dirigirse hacia el punto cuando se monta en el tren y se aleja de la estación. Pero a usted lo alejan de la estación; usted no camina por sus propios medios”.

 

El Dr. Bernard Smith, destacado profesional abogado y quien prestó enorme ayuda para la conformación de la Conferencia y los servicios generales de AA, igualmente se refirió acerca del significado y lo que representa la Comunidad, para el alcohólico, que de alguna manera complementa lo anterior del clérigo Shoemaker: “Para que exista una verdadera comunidad son necesarias tres condiciones: La posesión de un ideal común que involucre el alejamiento completo de la división y el egoismo. El propósito de una tarea común lo suficientemente grande para capturar la imaginación y darle expresión a la lealtad. Y la camadería, la cualidad de unión, mezcladas en tal forma que puedan encontrarse la alegría y la fuerza de pertenecer a una sociedad orgánica que se compromete a un servicio de tiempo completo. Podemos encontrarla en su mayor amplitud cuando el ideal es alto y valioso, cuando la tarea se extiende y se integra cada onza de nuestra fortaleza y a cada elemento de nuestro ser, cuando la camaradería es tan sólida y produnda que respondemos unos a otros sin esfuerzo consciente, nos damos cuenta de la neceidad inefable y reaccionamos a ella espotánea e inmediatamente.”

 

Finalmente, el Dr. Harry M. Tiebout, prestigioso psiquiatra, señaló también durante su intervención en la Convención de San Luis, y a manera de sentencia: “Creo que cualquier grupo o individuo que deje de participar en la tarea de organización está omitiendeo sus servicios al grupo y a sí mismo, al no someterse a los valores disciplinarios inherentes a aquellas actividades. Es probable que se mantenga libre de ataduras, pero también está dejando que su ego permanezca incontrolado. Sus probabilidades de permanecer sobrio no tienen un alto porcentaje. Está caminando solitario y puede necesitar otro milagro, que tal vez no llegue la próxima oportunidad”.

 

El alcohólico que ha procesado obediente y disciplinadamente los Pasos, logra como resultado un despertar espiritual, vital para su recuperación. De esta manera hemos encontrado un Poder más grande para liberarnos de las garreas del alcohol, según nos dejaron saber los pioneros, y nosotros lo pudimos constatar.  Él (Dios, como cada cual lo perciba) ahora es nuestro Jefe y nosotros sus obreros. Y una forma de comunicarnos con el Jefe, es por medio del Paso Once. “Tal vez una de las mejores recompensas de la oración y la meditación, es el sentir que pertenecemos. Ya no vivimos en un mundo hóstil. Ya no estamos perdidos, temerosos y sin objetivos”. ¡Ya no estamos solos! 

 

óskareme


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