SAN MATT TALBOT
Muy joven todavía, un obrero auxiliar de Dublín, llamado Mateo Talbot
(Matt), empezó a beber y parecía que pronto sería una víctima más del
alcoholismo. Aunque todas las mañanas, al despertarse de su borrachera, sentía
una infinita vergüenza ante Dios y ante el mundo por su falta de carácter, y
aunque su madre le rogaba casi de rodillas que cambiase su vida, todos los días
de pago en su trabajo olvidaba sus promesas y buenas intenciones, llegando a
vender cuanto llevaba encima para satisfacer su necesidad imperiosa. No era
ninguna pena o sufrimiento especial lo que lo impulsaba hacia la cantina, sino
una obsesión y absoluta carencia de voluntad para parar de beber.
A
pesar de su pobreza, era un muchacho alegre que mantenía en alto su fe y,
cuando no estaba borracho, sus padres no tenían por qué avergonzarse de él. Hasta que cierto día, repentinamente,
cuando ya había cumplido 24 años de edad y se le notaban los signos inconfundibles
del bebedor, arrojó el vaso de licor por una ventana y juró que no volvería a
beber ni una gota de alcohol, que lo mantuvo atado desde los 15 años de edad.
Jamás
confió a nadie la causa de esta repentina decisión; se llevó el secreto a la
tumba. Las causas de su transformación, aparentemente, no fueron ni un
sentimiento de hastío o repugnancia, ni el temor natural a la ruina corporal,
sino más bien se originó por un profundo movimiento de la gracia de Dios, una
gracia que aún no se apagaba en su alma.
Ante
un sacerdote Matt Talbot juró renunciar en lo futuro al alcohol. No se fió de
sus propias fuerzas, sino que, con la bendición de la Iglesia, con la fuerza
del Señor, quiso emprender la lucha contra sus malas inclinaciones y resistió
con heroísmo. Sin hacer caso a las burlas de los compañeros, dejaba pasar la
botella si se la ofrecían. Sin embargo, esa renuncia de ninguna manera le
pareció una penitencia suficiente para expiar el pecado que lo había dominado
durante diez largos años.
Dejó
de fumar, prescindió de la comida completa del mediodía y vivía rigurosamente,
como un ermitaño. Se conformaba con pocas horas de sueño después de sus diez
horas de trabajo. Al estilo de los penitentes medievales, llevaba una cadena
bajo la ropa de trabajo. Su jornada comenzaba a las dos de la madrugada.
De
rodillas oraba hasta que las campanas llamaban a misa; después de escucharla se
presentaba entre los primeros a la obra. A la hora del almuerzo se retiraba a
una choza para proseguir sus rezos sin que lo vieran. Durante muchas noches
cuidaba a algún amigo enfermo o leía libros religiosos. Todo lo que logró
ahorrar de su escaso salario se lo pasó a cuatro seminaristas de la misión en
China, para sus estudios.
Nadie
sabía de sus penitencias y de sus sacrificios voluntarios. Durante cuarenta
años sólo fue uno más en la fila gris de los obreros que, al amanecer,
marchaban por las calles de Dublín rumbo a su pesado trabajo, para regresar
agotados al anochecer.
El 7de junio de 1925 Matt Talbot,
ya de 70 años, cayó desmayado en plena calle. Murió allí mismo, antes de que
una mano solícita lo pudiese ayudar. A raíz de su muerte se manifestó la
santidad oculta de este hombre sencillo, que había comprendido la palabra del
Señor. El Papa Juan Pablo II lo
declaró Venerable en 1994, y hoy está en la etapa final de su proceso de beatificación.
Se lo considera el patrono de los alcohólicos recuperados. Su festividad se
celebra el 7 de junio.
Tomado de
Internet
Texto adaptado por óskareme
Como muchas otras cosas que aún desconozco, esta del Patrono de los alcohólicos recuperados, si me sorprendió. Gracias Oscar.
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