Individuo y grupo
Existe un viejo proverbio que dice,
“Dime con quién andas y te diré quién eres.” La actitud y el comportamiento de
muchas personas, incluidos también muchos alcohólicos, está estrechamente
relacionado con el decir y el hacer de otros, a quienes suelen servir de
compañía, y se da precisamente entre aquellos que no han desarrollado
suficiente conciencia, en nuestro caso, conciencia de ellos mismos, conciencia
del programa, y conciencia de Dios; de sus responsabilidades, de sus compromisos,
de sus derechos y deberes. Entonces se convierten en copias de los demás, en
correveidiles, en simples mensajeros, como los llama el programa; o en
“perritos falderos, “lambones” y “arrodillados”, como se les identifica
coloquialmente.
¿Se imaginan este tipo de personas
en los servicios generales? (Y los tenemos) ¿Tomando decisiones y votando en la
Conferencia? (Y los tenemos) Y escondiendo sus yerros y equivocaciones detrás
del famoso, confuso y equivocado “derecho a equivocarse”; o disfrazándolo con
el manido “es que yo fui elegido por la conciencia de grupo”, sin saber exactamente
de qué se trata y cómo se conforma una debida conciencia grupal?
Está comprobado que hay muchas
personas que no son capaces de hacer SOLAS, lo que en otras ocasiones hacen
cuando están acompañadas. Cuando se ven reunidas en grupos o en manadas, se
sienten estimuladas, animadas, impulsadas a proceder como actúan las demás,
asaltando la razón, el buen sentido y hasta el respeto por los demás. Y
después, a solas, y cuando tienen algún rasgo de sinceridad y de humildad,
empiezan a arrepentirse y a justificarse señalando “que no sabían por qué
causas habían procedido de esa manera”.
Pero es fácil advertir que ellos
actuaron así movidos por la fuerza del emocionalismo y la irracionalidad, por
la IGNORANCIA, por la incapacidad de controlarse,
o por tratar de mostrarse, de hacerse sentir, de hacerse célebres, porque no
fueron capaces de pensar y hacer por sí mismos, sino de la forma en cómo
piensan y actúan los demás. ¿Han observado a las adolescentes llorando y
gritando; pataleando y revolcándose en un concierto en vivo de su cantante
preferido, lo que no harían nunca en sus casas escuchándolo en la radio o en la
televisión? O ¿a las barras frenéticas en un estadio de fútbol, actuando de
manera en como nunca lo harían solos, viéndo el partido por televisión o escuchándolo
por radio? ¡Así se mueven muchos en AA., cuando se juntan con otros!
Cualquier grupo de personas o de
alcohólicos cuya mayoría no tiene la más mínima idea de lo que van a hacer o
decidir, sin compromiso ni responsabilidad, y de escasos recursos morales, que
no dan buen ejemplo de vida ni del programa, no pueden alcanzar a conformar una
debida conciencia de grupo, a través de la cual Dios pueda manifestarse. Así, cuando
alguien con estas características acude a un evento multiparticipativo, como un
congreso o una convención, actúa y se desenvuelve igual que cuando va al
estadio, a un mitin político, o a un concierto rock; se vuelve copia, remedo de
otros, se pierden entre la masa.
“Para un hombre
o mujer que ha experimentado un despertar espiritual, el significado más
importante que tiene es que ahora puede hacer sentir y creer aquello que antes,
con sus propios recursos y sin ayuda, no podía hacer. Se le ha concedido un
don que le produce un nuevo estado de conciencia y una nueva forma de ser.
Se encuentra en un camino que le indica que le llevara a un destino seguro, que
la vida no es un callejón sin salida, ni algo que habrá de soportar o dominar.
Ha sido realmente transformado, porque se ha aferrado a una fuente de fortaleza
de la que antes, de una u otra manera, se había privado”. (Paso 12) .
Y esa fuente de fortaleza no proviene
de los demás, incluso ni de aquellos que consideramos “personajes importantes”,
porque están figurando en los cuadros de mayor responsabilidad en los servicios
generales. Ni tampoco de nuestros padrinos, a los cuales a veces les
adjudicamos tanto crédito, más por la dependencia que nos generan que por la
orientación misma que recibimos de ellos. Por lo tanto la fórmula para no
convertirnos en marionetas, en el remedo o la fiel copia de lo que piensan,
aprueban o hacen los demás, se localiza en el trabajo serio y honrado con Los
Doce Pasos.
“Conforme
estemos a depender de un Poder Superior, somos de hecho más libres. Por lo
tanto, la dependencia, tal como se practica en AA, realmente significa lograr
la verdadera libertad del espíritu.” (Doce y Doce).
óskareme
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