lunes, 16 de agosto de 2021

 

EL CLUB DE LOS JACOBINOS

 

Cuando empezó a buscarse un nombre para nuestra Comunidad, o mejor para el libro texto básico, después de terminado el borrador en 1939, varios de los primeros alcohólicos propusieron que se llamará “El Club de los Jacobinos”. ¿Por qué este nombre y en dónde se originó?

 

De todos es sabido que Alcohólicos Anónimos no es una religión, ni está afiliada a ninguna de ellas, mucho menos ha pretendido ser una nueva corriente religiosa en el mundo. No obstante, sus principios contienen una poderosa fuerza espiritual extraída de textos religiosos, especialmente cristianos, como la Biblia, según puede deducirse y comprobarse por los escritos de los pioneros y cofundadores.

 

El cofundador de AA en su libro biográfico, “El Dr. Bob y los buenos veteranos”, manifestó que cuando no existían los Doce Pasos, y los historiales que compartían no tenían ningún mensaje importante que llevar, ellos estaban seguros que las respuestas a sus problemas las encontraban en el “Libro Bueno”, como cariñosamente llamaba a la Biblia.

 

“Para algunos de nosotros, los más antiguos, las partes que encontramos absolutamente esenciales fueron el Sermón del Monte, el Capitulo 13 de la Primera Carta a los Corintios y la Epístola de Santiago”, señala el médico cofundador en el libro antes mencionado.

 

Las lecturas de estos apartes al inicio de las reuniones, se convirtieron en una costumbre y servían de introducción al compartir de los primeros miembros, algunos de los cuales tenían una marcada preferencia por la Epístola Universal de Santiago, que encontramos en el Nuevo Testamento.

 

Este tema de Santiago trata sobre aspectos referentes a la fe, tema igualmente ventilado en nuestro Paso Dos. De allí se extrajo aquella famosa sentencia de que “La fe sin obras es letra muerta” (2:20), y considera un aspecto bastante significativo al advertir: “Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras: muéstrame tu fe sin tus obras y yo te mostraré mi fe, por mis obras”. (2:18)

 

De Santiago fue tomado el término “el Padre de las luces” y en su Epístola trata igualmente el tema de la oración, que ya todos sabemos es asunto de nuestro Paso Once: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, demándela a Dios, el cual da a todos abundantemente, y no zahiere; y le será dada. Pero pida en fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda de la mar, que es movida del viento, y echada de una parte a otra”. (1:2,3)

 

Un punto de interés en la Epístola de Santiago, que podríamos aplicarnos nosotros dentro de AA, y concerniente con la atención y el recibimiento que le damos a los recién llegados, es el que tiene que ver con el siguiente aparte: “...si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro, y de preciosa ropa, y también entra un pobre con vestidura vil, y tuviereis respeto al que trae la vestidura preciosa, y le dijereis: Siéntate tú aquí en buen lugar; y dijereis al pobre: Estate tú allí en pie; o siéntate aquí debajo...” (2:2,3). Bueno, al respecto, cada uno sabrá sacar sus propias conclusiones de este punto que tiene tanto que ver con nuestro Paso Doce.

 

Trata también sobre la murmuración que ya podemos distinguir como uno de los mayores problemas que afectan la unidad del grupo, y advierte que las personas que pueden dominar la lengua pueden también dominar el resto de su cuerpo. “He aquí que nosotros ponemos frenos en las bocas de los caballos para que nos obedezcan, y gobernamos todo el cuerpo”. (3:3) Así también nuestra lengua es un pequeño miembro ¡pero cuánto daño puede hacer! Basta una simple chispa para hacer arder un inmenso bosque.  Pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado; llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, los cuales son hechos a semejanza de Dios”. (3:8,9)

 

En el Capítulo 5, en sus versículos 13 hasta el final, Santiago nuevamente se refiere a temas tratados por nuestros Pasos Cinco y Once: “Confesad vuestras faltas unos a otros y rogad los unos por los otros, para que seáis sanos: la oración del justo, obrando eficazmente, puede mucho.” (5:16) “Sepa el que hubiere hecho convertir al pecador (léase aquí, si se quiere, al alcohólico) del error de su camino, salvará un alma de muerte, y cubrirá multitud de pecados”. (5:20)

 

Para finalizar estos comentarios sobre la Epístola de Santiago que tanto influyó en nuestro programa de AA, reflexionemos un poco acerca de lo que nos dice sobre el pecado, falta o error, o como se quiera denominar: “El pecado, pues, está en aquel que sabe hacer lo bueno, y no lo hace”. (4:17)

 

Estas eran las lecturas que abrían las reuniones de los primeros alcohólicos cuando no existía literatura oficial de AA. Había otras, pero para un buen sector de los pioneros la favorita era la Epístola de Santiago, cuyo nombre original era Jacobo, hijo de Zebedeo, pescadores ambos, quienes un día cualquiera, cuando remendaba sus redes a la orilla del mar, pasó Jesús y les dijo: “Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.” (Mateo, 19:20).

 

Por eso, un grupo de los primeros alcohólicos, cuando se buscó un nombre para nuestra Comunidad, propusieron que se llamara “El Club de los Jacobinos”. Aunque no se aprobó, el espíritu del apóstol Santiago, fue recogido y quedó grabado para siempre en el corazón de nuestro Programa de recuperación.

óskareme

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