lunes, 23 de agosto de 2021

 








 Luz en la calle, oscuridad en la casa.

Así, con esta metáfora, señalan algunos AA, en sus intervenciones, a ciertos otros que son muy serviciales, prestos y activos en el grupo, pero en la casa… nada: no mueven una silla.

Sin ánimo de incentivar o de justificar el comportamiento de aquellos que no colaboran en las tareas del hogar, como barrer, lavar la loza, tender camas, etc., porque quizás les resultan tareas muy femeninas —oficios de mujeres, dicen ellos—, he aquí una realidad del cofundador Bill W. que muchos desconocíamos y que nos lo deja saber Lois, su propia esposa, en el libro “Transmítelo”.

“Bill era poco hogareño, le interesaba mucho menos trabajar en la casa y el jardín; en realidad, su falta de espíritu hogareño se convertiría posteriormente en la construcción de la Fraternidad, en algo de leyenda. No se trataba de que fuese perezoso, pues da testimonio de lo contrario, la forma sin descanso en que trabajó para la Fraternidad, pero no le gustaban las tareas domésticas, ni en particular le gustaba el trabajo físico.

Como lo dijo Lois: “Bill se pasaba horas sentado, sólo sentado, y yo soy una persona de acción, tengo que estar haciendo algo; y había cosas por hacer; remover la tierra del jardín, el arreglo de una cerradura de la puerta o algo más que se necesitaba hacer. Pero Bill se sentaba. Me exasperaba más allá de mis fuerzas que sólo se sentara, pero, por supuesto, mientras Bill permanecía sentado, estaba pensando.

“Bueno, esto me hacía gritar, vociferar y, hasta cierto grado, hacer locuras; aunque no era cosa del todo el tiempo, si ocurría de vez en cuando. De cualquier manera, Bill nunca estuvo de pie cuando podía sentarse y nunca se sentó cuando podía estar recostado”. (págs. 257/258)

Bill no servía un tinto en el grupo, como tampoco agarraba una escoba en la casa, pero así y como era, tumbado en la cama, sintiéndose bastante descorazonado y sufriendo uno de sus imaginarios ataques de úlcera, fue como escribió el borrador de los Doce Pasos, programa que ha servido para la recuperación de millones de alcohólicos en el mundo.  (Ver “El Lenguaje del corazón”, pág, 200)

óskareme



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