Mejor
recibir abrazos que bendiciones
La Facultad de Medicina de Viena, reveló hace poco un estudio en
donde deja saber que la falta de abrazos y muestras de afecto y amor son una de
las causas del alcoholismo, drogadicción, fumar y comer en exceso. El vacío
interior que hay en el ser humano, más ahora que antes, hay que tratar de llenarlo
con algo, con comida (casi siempre chatarra), humo, droga o alcohol. Y por lo
ocurrido conmigo, parece ser así.
Yo hubiera preferido más un abrazo de mis padres cuando estaba
niño, que tantas bendiciones como las que me dieron, y eso que a cierta distancia,
evitando el contacto físico, trazando en el aire con sus manos la señal de la cruz.
Un abrazo es más alentador, más cálido, más motivador; mayor muestra
de afecto, cariño y amor. Yo fui un niño castrado afectivamente y, como tal,
desajustado psicológicamente. No hubo caricias, abrazos, ni besos. Solo
bendiciones. Era pecaminoso tocar la piel del otro. La caricia la estigmatizaron con el repudiado
término de “abejorreo” o “manoseo”.
Entiendo que el Maestro de Galileo nunca obró milagros impartiendo
bendiciones a diestra y siniestra, como lo hace el Papá desde el balcón del
Vaticano o cualquier sacerdote católico, que las imparten por igual a los seres
humanos como a la inauguración los centros comerciales. Jesús imponía las manos
sobre la cabeza del necesitado, abrazaba o acariciaba a las personas.
El contacto físico es fundamental entre los seres humanos. Por eso
insisto en que es mejor un cálido abrazo, una caricia, incluso un beso, que
una fría y lejana bendición, aunque entiendo que la palabra bendición conlleva
un deseo benigno pero que, por motivos religiosos, reemplazó y desechó el
abrazo y la caricia.
Más que por prevención, por todo lo que ello representa, a sus
hijos abrácelos siempre y bien fuerte. No saben toda la energía, respaldo,
calor humano, sentido de protección y confianza que se les da para que ellos
puedan crecer y desarrollarse de la mejor manera, sin tantos desajustes
emocionales que a la larga llevan hacia el alcoholismo, la drogadicción, el
tabaco o la comida… Incluso, hacía el suicidio, como ocurre ahora entre tantos jóvenes.
Por el “rayón” psicológico y espiritual que me correspondió llevar
por mucho tiempo, yo prefiero siempre que se me brinde un abrazo a que se
imparta una bendición.
óskareme
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