miércoles, 25 de agosto de 2021

 


Mejor recibir abrazos que bendiciones

 

La Facultad de Medicina de Viena, reveló hace poco un estudio en donde deja saber que la falta de abrazos y muestras de afecto y amor son una de las causas del alcoholismo, drogadicción, fumar y comer en exceso. El vacío interior que hay en el ser humano, más ahora que antes, hay que tratar de llenarlo con algo, con comida (casi siempre chatarra), humo, droga o alcohol. Y por lo ocurrido conmigo, parece ser así.

Yo hubiera preferido más un abrazo de mis padres cuando estaba niño, que tantas bendiciones como las que me dieron, y eso que a cierta distancia, evitando el contacto físico, trazando en el aire con sus manos la señal de la cruz.

Un abrazo es más alentador, más cálido, más motivador; mayor muestra de afecto, cariño y amor. Yo fui un niño castrado afectivamente y, como tal, desajustado psicológicamente. No hubo caricias, abrazos, ni besos. Solo bendiciones. Era pecaminoso tocar la piel del otro.  La caricia la estigmatizaron con el repudiado término de “abejorreo” o “manoseo”.  

Entiendo que el Maestro de Galileo nunca obró milagros impartiendo bendiciones a diestra y siniestra, como lo hace el Papá desde el balcón del Vaticano o cualquier sacerdote católico, que las imparten por igual a los seres humanos como a la inauguración los centros comerciales. Jesús imponía las manos sobre la cabeza del necesitado, abrazaba o acariciaba a las personas.

El contacto físico es fundamental entre los seres humanos. Por eso insisto en que es mejor un cálido abrazo, una caricia, incluso un beso, que una fría y lejana bendición, aunque entiendo que la palabra bendición conlleva un deseo benigno pero que, por motivos religiosos, reemplazó y desechó el abrazo y la caricia.

Más que por prevención, por todo lo que ello representa, a sus hijos abrácelos siempre y bien fuerte.  No saben toda la energía, respaldo, calor humano, sentido de protección y confianza que se les da para que ellos puedan crecer y desarrollarse de la mejor manera, sin tantos desajustes emocionales que a la larga llevan hacia el alcoholismo, la drogadicción, el tabaco o la comida… Incluso, hacía el suicidio, como ocurre ahora entre tantos jóvenes.  

Por el “rayón” psicológico y espiritual que me correspondió llevar por mucho tiempo, yo prefiero siempre que se me brinde un abrazo a que se imparta una bendición.

óskareme




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